No la concidero palabra santa, por que hay momentos en que se pasa de nabo hablando, pero sirve para aclarar un poco mas sobre todo eso, teniendo en cuenta que al menos es la palabra de un ingeniero y no de un bombista o un playero de estacion de servicio
¿SIRVEN O NO SIRVEN?
©2004 Ing. ALBERTO GARIBALDI - AUTOTECNICA.
Imanes en las tuberías de combustible, inyección de agua, naftalina en la nafta, aceite de dirección hidráulica en el gasoil, cebolla en el filtro de aire, un toquecito de nafta en el gasoil, aditivos para mejorar la combustión, aditivos para mejorar la compresión, aditivos para elevar el octanaje, compuestos remetalizadores, aditivos anti fricción, aditivos para la caspa, aditivos contra los gases (de escape) (del motor), etc, etc, etc. Una impresionante cantidad de productos comercializados para mejorar la performance de su vehículo, o en el peor de los casos para curarle todas las enfermedades. ¿Qué hay de cierto en todo esto, son leyendas, realidades, estafas?
Hablando de leyendas hace poco alguien me preguntó, seriamente, mi opinión sobre la eficacia de la cebolla en el filtro de aire para mejorar el comportamiento del motor en alta montaña (hay quienes aseguran que es mejor el ajo). Esto que suena a disparate es una creencia muy difundida entre los conductores de montaña. Mi respuesta fue que el motor no cambiaría su performance, pero con seguridad en el caso de la cebolla por el caño de escape saldrían lágrimas en lugar de humedad, y que con el ajo sería prudente llevar algo de albaca, ya que si bien al motor no le serviría para nada por lo menos se podría comer unos buenos fideos con pesto.
Porque aunque parezca mentira existen una infinidad de mitos y “magias” populares, que cuando son puestas bajo la lupa crítica, y se trata de fundamentarlas se caen estrepitosamente. Existen sin lugar a dudas soluciones prácticas que tienen explicaciones razonables, tales como tapar una pérdida de nafta con un trozo de dulce de membrillo o con un chicle, tapar con pimentón pequeñas fugas en el circuito de enfriamiento, o reparar un fusible con un trozo de papel de aluminio.
En todo caso ante la alternativa de comprar alguna de esas alternativas mágicas que prometen mejoras espectaculares en el consumo de combustible o en la potencia del motor, conviene reflexionar hasta que punto dichas mejoras son reales. O si fueron verificadas seriamente por métodos de ensayo reconocidos, usando suficiente cantidad de muestras como para asegurar estadísticamente la validez de los resultados. O si se trata de una entusiasta publicidad que exagera, sin mala intención, alguna mejora puntual obtenida en un motor específico. O si se trata de productos cuya venta ha sido prohibida en los países de primer mundo dado que son perjudiciales para los seres vivos. O si se trata simplemente de una estafa.
A lo largo de tantos años de experimentar motores, que van desde competición pura hasta el robusto impulsor de una locomotora he tenido ocasión de conocer infinidad de productos y artefactos que supuestamente obrarían milagros. Mi experiencia fue que con muy pocas excepciones en que realmente el cambio o la pieza agregada mejoraban algunas propiedades sin empeorar otras, las “promesas” no servían para nada, o lo que mas grave empeoraban las condiciones originales. Obtener “milagros” en los motores no es posible, solo se pueden mejorar las cosas con muchas horas de trabajo, esfuerzo, talento y fuertes recursos económicos.
Algo parecido a los productos mágicos sucede con una inmensa gama de accesorios y componentes para alterar las características funcionales originales del vehículo, que ofrecen transformar su modesto vehículo familiar en un imbatible prototipo de competición. Los vehículos modificados para correr deben funcionar en una pista dedicada a ello, donde todos van para el mismo lado, no hay bocacalles, ni taxis, ni señoras que llevan sus hijos al colegio.
Creo que antes de introducir un cambio en la estructura del vehículo o del motor conviene preguntarse como es que al fabricante de ese vehículo no se le ocurrió introducirla. Por supuesto que existen cambios que hacen a la cosmética, al confort del vehículo, o inclusive a su comportamiento, que están avalados por las terminales, y que instalados por profesionales idóneos realmente mejoran al vehículo.
Todos los productos que componen un vehículo, desde el motor, pasando por el sistema de sonido, el tapizado, la suspensión y hasta una simple escobilla de limpiaparabrisas se supone que han sido ensayados por el fabricante, el que de acuerdo a la franja de precio del vehículo asegura su correcto funcionamiento y hasta emite una garantía sobre ello. Emitir esa garantía implica la seguridad de que la falla será una muy escasa excepción, y que el correcto funcionamiento del componente en análisis está certificado, y lograr esto cuesta mucho esfuerzo y millones de dólares.
Le hago una reflexión: ¿Usted, sin ningún título habilitante, podría dedicarse a fabricar en cualquier parte comprimidos para el dolor de cabeza, jarabe digestivo, viagra, o supositorios vitamínicos, y comercializarlos alegremente sin que nadie le certifique nada? Por supuesto que no, ya que esta de por medio la salud de la población. Sin embargo existen infinidad de componentes y accesorios para los vehículos, fabricados sin control alguno, que pueden comprometer la integridad del vehículo, sus ocupantes, y su entorno, y que curiosamente se pueden vender e instalar alegremente sin que nadie controle su calidad y funcionalidad. ¿Le parece razonable?
Volviendo a los dispositivos para mejorar la performance de los motores le cuento que un programa de investigación para reducir el consumo de combustible se justifica si se obtienen resultados con mejoras superiores al 3%, algo parecido sucede con la reducción de emisiones de escape en que muy bajos porcentajes de disminución en los contaminantes justifican plenamente inversiones millonarias. Siendo así ¿usted no cree que si existiese en el mercado algún dispositivo capaz de producir mejoras significativas sin introducir ningún tipo de inconvenientes no serían las terminales las primeras en adoptarlos? ¿No le parece que usted saldría corriendo a comprar un vehículo si el fabricante le asegura que gasta un 20% menos de combustible y tiene un 15% mas de potencia que sus competidores de la misma franja y precio?¿O debemos creer que todos los ingenieros que trabajan en desarrollo en todas las terminales del mundo y que disponen de recursos para ensayo y desarrollo que ni siquiera imaginamos están involucrados en una gigantesca conspiración para evitar las soluciones simples?
No excluyo la posibilidad de que alguien descubra algún dispositivo o efecto capaz de superar efectivamente todo lo conocido, la historia de la humanidad registra permanentes y revolucionarios avances tecnológicos, pero verdaderos avances, y no efectos y sistemas archiconocidos y experimentados hasta el cansancio que en definitiva nunca llegaron a algo trascendente.
Recuerdo hace ya unos 25 años, un dispositivo para mejorar el consumo de combustible, que se puso muy de moda, que se aplicaba en la base de los carburadores, el que si mal no recuerdo se llamaba “Turbo Dispersador Rocavoll (TDR)”. El dispositivo consistía en una hélice soportada por una extraña base, que se colocaba dentro del colector de admisión, a la salida del carburador, y que giraba gracias a la columna de aire que ingresaba por dicho carburador. Algo así como un molino de viento dentro del múltiple de admisión. El principio de funcionamiento se basaba en que al pasar la corriente de aire con nafta mal pulverizada proveniente del carburador se estrellaba contra la hélice y se formaba una fina neblina, que se distribuía mejor en los cilindros mejorando la combustión y performance del motor. La realidad era que ese aparato solo lograba reducir la cantidad de aire ingresante, penalizando la performance del motor, y lo que es peor después de un tiempo se gastaba el eje de la hélice... terminando en alguna válvula o cilindro con los resultados que puede imaginarse. La versión MK II del TDR traía una pequeña canastita de alambre tejido para contener la hélice cuando se caía... Se vendió por miles... Esto que le cuento es absolutamente real, y seguramente algunos de quienes lean este artículo recordarán el increíble aparatito.
Recibo diariamente varios mails en los que me preguntan sobre la conveniencia de usar tal o cual dispositivo o agregar tal o cual cosa, e inexorablemente les respondo: “Asegúrese mediante argumentos válidos de la eficacia del producto, y trate de no perder ni su tiempo ni su dinero”.
Imagínese por un instante un vehículo con la siguiente configuración: Fluido de dirección hidráulica agregado en el gasoil para lubricar la bomba de inyección, un par de litritos de nafta también en el gasoil para que tenga mas “pique”. Al gasoil le agregamos un activador de combustión para mejorar el consumo y el humo, y agregamos también una pastilla remetalizadora para compensar el desgaste de los componentes del motor. Por las dudas, y también para mejorar la combustión le agregamos agua en la admisión, y para mejorar el aceite le ponemos un aditivo para mejorar la viscosidad del aceite, para aumentar la compresión y para mejorar los humos de venteo. Complementamos el efecto del combustible colocándole algunos imanes en las tuberías de combustible para “orientar” las moléculas del gasoil y reducir aún mas el consumo...
Esto que parece un delirio no es nada mas que imaginar juntos algunos de los aditivos y dispositivos actualmente disponibles en el mercado sazonados con las recomendaciones de algunos reconocidos expertos. ¿Se animaría a darle arranque?¿No estaremos frente a una nueva generación de motores que en lugar de consumir combustible lo generan y además no se gastan nunca? ¿Usted que cree?
Para la polémica, ya lo sé...
Le mando un abrazo.
Ing. Alberto Garibaldi.
Fuente: Autotecnica