por washington » Mar Mar 17, 2009 1:11 pm
Los riesgos de Maradona
Por: Horacio Pagani
Diego sabía el riesgo que corría cuando decidió bajarse del pedestal de ícono supremo del fútbol argentino, que él mismo había construido con sus extraordinarias dotes de jugador único. O debía saberlo. Sabía que al descender a la Tierra de los mortales comunes iba a estar sometido a las crueles reglas del exitismo, de las polémicas, de los desencuentros, como uno más en la multitud, con más olvidos que reconocimientos, con más golpes que caricias, como todos. Y que --como todos-- iba tener que dar las mismas pruebas de aptitudes. Sin privilegios. Debía saberlo, Diego, cuando decidió postularse como técnico de la Selección y concretó, al cabo, su viejo anhelo futbolero.
El estruendo en favor de Riquelme, en la Bombonera, tras la controversia mediática, fue la dura evidencia de que su romance con el público de Boca estaba sostenido por la memoria de su juego mágico y por el reconocimiento por la identificación con los colores. Pero los años desde el retiro (doce) aplacaron las pasiones, claro. Y, además el amor por los ídolos de los clubes se da casi, misteriosamente, por habilidades o por entrega, pero con sentido de pertenencia. Como Rojitas, por ejemplo. O Rattin. O muchos otros. O Palermo y Riquelme. Ellos usan la camiseta, ahora. Y la veneran. Lo dicen. Lo afirman. Y la gente les cree. Diego fue el más grande de todos como jugador. Pero de todos. Y ahora es el técnico de la Selección.
Es evidente que Maradona está haciendo el aprendizaje de su nueva función. Y que la experiencia le enseñará a medir las palabras mediáticas que puedan herir sensibilidades. El "Mascherano y diez más" o el "quiero que Messi sea el referente", o "Riquelme, así, no me sirve", son mensajes incómodos para un jugador con buena historia en Boca y en la Selección. Y que venía de ser el intocable de Alfio Basile.
Román es como es, claro. Hermético, drástico, principista. Aferrado a los códigos de su origen. Exagerado, si se lo juzga desde afuera. Pero es así. Y Maradona lo conoce bien. Porque caminó por las mismas calles de la infancia. Quizás hubo otros motivos. Pero fue una pena muy grande el desencuentro. Por ellos y por el fútbol argentino.
Diego sabía el riesgo que corría. Pero fue fiel a su obsesión. Y se bajó del pedestal.
" Los Honores no se buscan, ni se rechazan.... se aceptan, se agradecen y se comparten "